jueves, 8 de septiembre de 2011

Ana Enriqueta Terán Valera

Ana Enriqueta Terán Valera

Poeta venezolana nacida en Valera (Trujillo) en 1918. Poetisa y diplomática Autora de una breve pero maravillosa producción poética. Nacida en el seno e una familia acomodada y de grandes hitos civiles y culturales. Ha escrito una de las obras más densas y estimulantes de la poesía venezolana actual. A través de su perfección formal, de la maestría con la cual usa la métrica y la versificación, lo cual ha sido una constante de su generación, se vislumbra su búsqueda de pureza, la severidad en el modo en que ha ejecutado su obra, es en la forma como crea a través del lenguaje, en la sólida construcción de sus artificios verbales, todos henchidos de hondo ritmo melódico. Éstos son los fundamentos de una obra en donde el cuerpo, la piel, se hace presente de forma bella, suntuosa, teniendo siempre esa melancolía pausada, pasión retenida, sensualidad serena y noble, ardimiento secreto, al cual se refirió Juan Liscano. El conjunto de su obra se haya en su Casa de hablas (1991)
Está considerada como una de las poetisas mas relevantes e lírica hispanoamericana del siglo XX.
"Escribo poesía y punto. Pero, contra la palabra y el verbo no puede ir ninguna técnica o adelanto, por mágico que sea. El poema subyace por sí mismo."


INFANCIA





Apenas rosa, apenas tallo leve

de buen vivir, apenas mariposa

por la corriente del samán umbrosa

o por la rosa de tranquila nieve.



Jazmín en la cintura por lo breve

y en los ojos comarca silenciosa

y derramado cuervo en la espaciosa

cabellera que el hálito conmueve.



Luminosa presencia sustituida

por desatados ámbitos vitales,

ausentes al verde oscuro sometida,



el frágil pecho de incipiente nieve,

el pie con su pequeña flor lejana

y la sonrisa por el aire leve.





SONETO DEL DESEO MÁS ALTO





Necesito un anillo delirante

para la oculta sombra de mi mano

un archivo de mar para el verano

y documentos de agua suplicante.



Para mi mano un riguroso guante

de piel de viento y pensamiento vano

y la mesa de juego donde gano

contra la muerte mi color menguante.



Una sortija de algas con países

y lenguas diferentes, con nocturnos

bisontes y cuadernos vegetales



para mi mano los rebaños grises,

las edades de tactos taciturnos

y el pulso de los secos minerales.









ASÍ ERA, ASÍ ES




Este es vuestro árbol. Así era. Así es.

Pájaros tejen en su aliento coronas de éxtasis.

Brisas aseguran siseos para el acecho del halcón.

Aires enhebran pálidos huevecillos de miedo.

Ella se oculta en propia cueva donde permanece niña.

Allí rememora encajes, participaciones y requerimientos maternos.

Luego vuelve a su estatura de anciana

cuya sombra se funde en perspectivas de soledad y nieblas.




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