jueves, 22 de septiembre de 2011

Gonzalo Rojas

Nació el 20 de diciembre de 1917, en el puerto de Lebu (VIII Región, CHILE)., falleció en en Santiago el25 de Abril 2011. Estudió en el Internado de Concepción y posteriormente, en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, carrera que abandona en su tercer año para ingresar al Instituto Pedagógico de la misma universidad. Durante el transcurso de sus estudios trabaja como inspector en el Instituto Barros Arana, alfabetizador de los mineros en Atacama, es jefe de redacción de la revista Antártica en Santiago y, nuevamente, profesor en Valparaíso. Entre los años 1938-1941 participa, más bien como disidente, en el grupo surrealista Mandrágora fundado por Braulio Arenas, Teófilo Cid y Enrique Gómez Correa. Siete años más tarde aparece La miseria del hombre (1948), su primer libro de poemas, provocando reacciones encontradas entre los críticos oficiales que no fueron compartidas por Gabriela Mistral: " me ha removido y a cada paso admirado y a trechos, me deja algo parecido al deslumbramiento de lo muy original, de lo realmente inédito".
En 1952, habiendo obtenido el grado de Licenciado en Filología Clásica, gana -por concurso-, las cátedras de Literatura Chilena y Teoría Literaria en el Departamento de Español de la Universidad de Concepción donde permanece hasta 1970, fecha en que es nombrado por el Presidente de la República, Salvador Allende, Consejero Cultural en China. En su permanencia en la universidad organiza y dirige importantes actividades culturales como las Escuelas Internacionales de Verano en cuyo marco se realizaron el Primer Encuentro Nacional de Escritores (1958) y el Primer Encuentro de Escritores Americanos (1960). Para Carlos Fuentes y José Donoso estas reuniones, habrían sido el comienzo del boom latinoamericano, pues abrieron un espacio de reflexión -como el propio poeta lo propusiera-, en torno a las imágenes de América Latina y del hombre actual. Esta intensa actividad académica no le impide el ejercicio poético, en busca de la palabra diamantina que habitará en Contra la muerte (1964), libro celebrado unánimemente por la crítica.
El presidente de la República, Salvador Allende Gossens, lo nombró Consejero Cultural en China entre 1970 y 1971, y más tarde encargado de negocios en Cuba entre 1972 y 1973, este último cargo equivalente a embajador. En dicho país, se sintió más cercano a los jóvenes que con el gobierno.
El golpe militar chileno (septiembre, 1973) lo sorprende en La Habana, donde se desempeña como Encargado de Negocios; no sólo la historia de su país tiene un giro violento también, su vida. Tras el golpe de 1973, estuvo exiliado en la República Democrática Alemana (entre los años 1973 y 1975), Venezuela (1975-1980), y fue además exonerado como profesor de todas las universidades chilenas. En 1958 recibió la Beca UNESCO para escritores, que lo llevó a residir varios meses en Europa.El poeta es ahora un exiliado, un "indocumentado" a quien no sólo se le ha arrebatado su rango de diplomático sino también se le ha expulsado de todas las universidades chilenas por "significar un peligro para el orden y la seguridad nacional". La Universidad de Rostck -Alemania Oriental- lo acoge como profesor, pero sin dictar clases, situación que lo perturba e incomoda. Entonces parte a Venezuela (1975), ha sido contratado por la Universidad Simón Bolívar, allí llega con Hilda, su segunda mujer, y el hijo de ambos, Gonzalo.
Su tercer libro de poemas Oscuro (1977) se publica en Caracas, a partir de este momento su poesía escrita sin prisas, desde lo profundo comienza a leerse en todo el continente y es aplaudida sin reservas por la crítica internacional. Recibe invitaciones para leer su creación poética, dictar conferencias y cursos en universidades norteamericanas y europeas; es objeto de homenajes y sus libros comienzan a publicarse en México, Madrid y New York. Las ediciones se suceden unas a otras: Transtierro (Versión antológica: 1979), Antología breve (1980), 50 poemas (1980), El alumbrado y otros poemas (1987), Antología personal (1988), Schizotext and Other Poems (1988), Materia de Testamento (1988), figura como uno de los libros más vendidos en Madrid ese año, éste como otros del autor se construye desde una escritura cuya metáfora es el tapiz, poemas antiguos y nuevos convergen con la misma frescura en tres vertientes: la numinosa, la erótica y la repentina. Desocupado lector (1990), Antología de aire (1991), Las hermosas. Poesías de Amor (1991), Zumbido (edición para bibliófilos: 1991), La miseria del hombre (edición crítica: 1995).
Gonzalo Rojas regresa a Chile en 1979, haciendo uso de la beca Guggeheim, sabe que las puertas de las universidades permanecerán cerradas, pero aún así elige Chillán, 400 kilómetros al sur de la capital, como lugar de residencia permanente; desde allí se desplazará a universidades de Alemania, Estados Unidos, México y España. El 5 de junio de 1992 recibe el Primer Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el 13 de noviembre del mismo año, el máximo galardón que otorga Chile a sus escritores, el Premio Nacional de Literatura; el reconocimiento internacional no cesa para este poeta circular, sediento de absoluto y de pasión erótica, a los premios anteriores se sumarán el Octavio Paz de México y el José Hernández de Argentina
En 2002 fue nombrado académico de honor de la Academia Chilena de la Lengua. Miembro del Instituto de Literatura Latinoamericana de Pittsburg, su obra ha sido traducida a varios idiomas y su nombre aparece en gran parte de las antologías literarias del mundo. Fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional Andrés Bello de Chile.


Obra:


· La miseria del hombre (1948)

· Contra la muerte (1964)

· Oscuro (1977)

· Transtierro (1979)

· Críptico y otros Poemas (1980)

· Antología breve (1980)

· Del relámpago (1981)

· 50 Poemas (1982)

· El alumbrado (1986)

· El alumbrado y otros poemas (1987)

· Materia de testamento (1988)

· Antología personal (1988)

· Esquizotexto texto y otros poemas (1988)

· Desocupado lector (1990)

· Zumbido (1991)

· Antología de aire (1991)

· Las hermosas. Poesías de amor (1992)

· Cinco Visiones (1992)

· Am Grund von alledem schlaeft ein Pferd (1993)

· Carta a Huidobro y Morbo y Aura del mal (1994)

· La miseria del hombre (1995)

· Río Turbio (1996)

· 80 veces nadie (1997)

· Obra selecta (1997)

· Tres Poemas (1998)

· Diálogo con Ovidio (1999)

· Metamorfosis de lo mismo (2000)

· ¿Qué se ama cuando se ama? (2000)

· Velocities of the possible (2000)

· Requiem de la mariposa (2001)

· Hombre es baile, mujer es igualmente baile (2001)

· Antología poética (2001)

· Al silencio (2002)

· La palabra placer y otros poemas (2002)

· Del ocio sagrado (2002)

· No haya corrupción (2003)

· Poesía esencial (2003)

· L'illuminè (2003)

· Inconcluso (2003)

· Concierto; antología poética (2004)

· La reniñez (2004)

· Latín y Jazz (2004)[14]

· La voz de Gonzalo Rojas (2004)

· Poemas selectos (2004)

· Del loco amor (2004)

· Mot Doeden = Contra la muerte (2005)

· XXI por egipcio (2005)

· From the Lightning. Selected Poems (2005)

· La misere de l'homme (2005)

· Man Ray hizo la foto (2005)

· Das Haus aus Luft (2005)

· Las sílabas (2006)

· Poesía Esencial (2006)

· Esquizo (2007)

· Del Agua (2007) Regalo oficial del Gobierno de Chile a los Presidentes y Jefes de Estado asistentes a la XVII Cumbre Iberoamericana celebrada en octubre de 2007 en Santiago de Chile.

· Con arrimo y sin arrimo (2010)









ADIÓS A HÖLDERIN

Ya no se dice oh rosa, ni
apenas rosa sino con vergüenza; ¿con vergüenza
a qué? ¿a exagerar
unos pétalos, la
hermosura de unos pétalos?

Serpiente se dice en todas las lenguas, eso
es lo que se dice, serpiente
para traducir mariposa porque también la
frágil está proscrita
del paraíso. Computador
se dice con soltura en las fiestas, computador
por pensamiento.

Lira, ¿qué será
lira?, ¿hubo
alguna vez algo parecido
a una lira? ¿una muchacha
de cinco cuerdas por ejemplo rubia, alta, ebria, levísima,
posesa de la hermosura cuya
transparencia bailaba?

Qué canto ni canto, ahora se exige otra
belleza: menos alucinación
y más droga, mucho más droga. ¿Qué es eso de
acentuar la E de Érato, o de Perséfone? Aquí se trata
de otro cuarzo más coherente sin
farsa fáustica, ni
Coro de las Madres, se acabó
el coro, el ditirambo, el célebre
éxtasis, lo Otro, con
Maldoror y todo, lo sedoso y
voluptuoso del pulpo, no hay más
epifanía que el orgasmo.

Tampoco es posible nombrar más a las estrellas, vaciadas
como han sido de su fulgor, muertas,
errantes, ya sin enigma,
descifradas hasta las vísceras por los
instrumentos que vuelan de galaxia en
galaxia.

Ni es tan fácil leer en el humo lo
Desconocido; no hay Desconocido. Abrieron la
tapa del prodigio del
seso, no hay nada sino un poco
de pestilencia en el coágulo del
Génesis alojado ahí. Voló el esperma
del asombro.



OSCURIDAD HERMOSA

Anoche te he tocado y te he sentido
sin que mi mano huyera más allá de mi mano,
sin que mi cuerpo huyera, ni mi oído:
de un modo casi humano
te he sentido.

Palpitante,
no sé si como sangre o como nube
errante,
por mi casa, en puntillas, oscuridad que sube,
oscuridad que baja, corriste, centelleante.

Corriste por mi casa de madera
sus ventanas abriste
y te sentí latir la noche entera,
hija de los abismos, silenciosa,
guerrera, tan terrible, tan hermosa
que todo cuanto existe,
para mí, sin tu llama, no existiera.



ARRULLO

Grand sosiego ovieron aquella noche los muertos:
apiádate
Agua de ellos por ociosos
y vueltos al revés, permite
Aire que no se envenenen ni se mareen
en el vértigo, Fuego acepta como flores
sus pobres párpados, amamántalos
otra vez Tierra con tus viejos pezones.

Tierra,
Fuego, Aire, Agua, consideren la inmensidad de su hambre.

Grand sosiego ovieron aquella noche los muertos.





CARTA A HUIDOBRO

1.- Poca confianza en el XXI, en todo caso, algo pasará,
morirán otra vez los hombres, nacerá alguno
del que nadie sabe, otra física
en materia de soltura hará más próxima la imantación de la Tierra
de suerte que el ojo ganará en prodigio y el viaje mismo será vuelo
mental, no habrá estaciones, con sólo abrir
la llave del verano por ejemplo nos bañaremos
en el sol, las muchachas
perdurarán bellísimas esos nueve meses por obra y gracia
de las galaxias y otros nueve
por añadidura después del parto merced
el crecimiento de los alerces de antes del Mundo, así
las mareas estremecidas bailarán airosas otro
plazo, otro ritmo snguíneo más fresco, lo que por contradanza hará
que el hombre entre en su humus de una vez y sea
más humilde, más
terrestre.

2.- Ah, y otra cosa sin vaticinio, poco a poco envejecerán
las máquinas de la Realidad, no habrá drogas
ni películas míseras ni periódicos arcaicos, ni
—disipación y estruendo— mercaderes del aplauso ignomioso, todo eso
envejecerá en la apuesta
de la creación, el ojo
volverá a ser ojo, el tacto
tacto, la nariz éter
de Eternidad en el descubrimiento incesante, el fornicio
nos hará libres, no
pensaremos en inglés, como dijo Darío, leeremos
otra vez a los griegos, volverá a hablarse etrusco
en todas las plazas del Mundo, a la altura de la cuarta
década se unirán los continentes
de modo que entrará en nosotros la Antártica con toda su fascinación
de mariposa de turquesa, siete trenes
pasarán bajo ella en múltiples direcciones a una velocidad desconocida.

3.- Hasta donde alcanzamos a ver a Jesucristo no vendrá
en la fecha, pájaros
de aluminio invisible reemplazarán a los aviones, ya al cierre
del XXI prevalecerá lo instantáneo, no seremos
testigos de la mudanza, dormiremos
progenitores en el polvo con nuestras madres
que nos hicieron mortales, desde allí
celebraremos el proyecto de durar, parar el sol,
ser —como los divinos— de repente.



LA LOBA

Unos meses la sangre se vistió con tu hermosa
figura de muchacha, con tu pelo
torrencial, y el sonido
de tu risa unos meses me hizo llorar las ásperas espinas
de la tristeza. El mundo
se me empezó a morir como un niño en la noche,
y yo mismo era un niño con mis años a cuestas por las calles, un ángel
ciego, terrestre, oscuro,
con mi pecado adentro, con tu belleza cruel, y la justicia
sacándome los ojos por haberte mirado.

Y tú volabas libre, con tu peso ligero sobre el mar, oh mi diosa,
segura, perfumada,
porque no eras culpable de haber nacido hermosa, y la alegría
salía por tu boca como vertiente pura
de marfil, y bailabas
con tus pasos felices de loba, y en el vértigo
del día, otra muchacha
que salía de ti, como otra maravilla
de lo maravilloso, me escribía una carta profundamente triste,
porque estábamos lejos, y decías
que me amabas.

Pero los meses vuelan como vuelan los días, como vuelan
en un vuelo sin fin las tempestades,
pues nadie sabe nada de nada, y es confuso
todo lo que elegimos hasta que nos quedamos
solos, definitivos, completamente solos.

Quédate ahí, muchacha. Párate ahí, en el giro
del baile, como entonces, cuando te vi venir, mi rara estrella.
Quiero seguirte viendo muchos años, venir
impalpable, profunda,
girante, así, perfecta, con tu negro vestido
y tu pañuelo verde, y esa cintura, amor,
y esa cintura.

Quédate ahí. Tal vez te conviertas en aire
o en luz, pero te digo que subirás con éste y no con otro:
con éste que ahora te habla de vivir para siempre
tú subirás al sol, tú volverás
con él y no con otro, una tarde de junio,
cada trescientos años, a la orilla del mar,
eterna, eternamente con él y no con otro.





LOS AMANTES

París, y esto es un día del 59 en el aire.
Por lo visto es el mismo día radiante desde entonces.
La primavera sabe lo que hace con sus besos. Todavía te busco
en ese taxi urgente, y el gentío. Está escrito que esta noche
dormiré con tu cuerpo largamente, y el tren interminable.

París, y éste es el fósforo de la maravilla violenta.
Todo es en el relámpago y ardemos sin parar desde el principio
en el hartazgo. Amémonos estos pobres minutos.
De trenes y más trenes y de aviones errantes nos cosieron los dioses,
y de barcos y barcos, esta red que nos une en lo terrestre.

París, y esto el oleaje de la eternidad de repente.
Allí nos despedimos para seguir volando. No te olvides
de escribirme. La pérdida de esta piel, de estas manos,
y esas ruedas terribles que te llevan tan lejos en la noche,
y este mundo que se abre debajo de nosotros para seguir naciendo.

París, y vamos juntos en el remolino gozoso
de esto que nace y nace con la revolución de cada día.
A tus pétalos altos encomiendo la estrella del que viene en los meses de tu sangre,
y te dejo dormir en la sábana. Pongo mi mano en la hermosura
de tu preñez, y toco claramente el origen.





SIEMPRE EL ADIÓS

Tú llorarás a mares
tres negros días, ya pulverizada
por mi recuerdo, por mis ojos fijos
que te verán llorar detrás de las cortinas de tu alcoba,
sin inmutarse, como dos espinas,
porque la espina es la flor de la nada.
Y me estarás llorando sin saber por qué lloras,
sin saber quién se ha ido:
si eres tú, si soy yo, si el abismo es un beso.

Todo será de golpe
como tu llanto encima de mi cara vacía.
Correrás por las calles. Me mirarás sin verme
en la espalda de todos los varones que marchan al trabajo.
Entrarás en los cines para oírme en la sombra del murmullo. Abrirás
la mampara estridente: allí estarán las mesas esperando mi risa
tan ronca como el vaso de cerveza, servido y desolado.





RETRATO DE MUJER

Siempre estará la noche, mujer, para mirarte cara a cara,
sola en tu espejo, libre de marido, desnuda
con la exacta y terrible realidad del gran vértigo
que te destruye. Siempre vas a tener tu noche y tu cuchillo,
y el frívolo teléfono para escuchar mi adiós de un solo tajo.

Te juré no escribirte. Por eso estoy llamándote en el aire
para decirte nada, como dice el vacío: nada, nada,
sino lo mismo y siempre lo mismo de lo mismo
que nunca me oyes, eso que no me entiendes nunca,
aunque las venas te arden de eso que estoy diciendo.

Ponte el vestido rojo que le viene a tu boca y a tu sangre,
y quémame en el último cigarrillo del miedo
al gran amor, y vete descalza por el aire que viniste
con la herida visible de tu belleza. Lástima
de la que llora y llora en la tormenta.

No te me mueras. Voy a pintarte tu rostro en un relámpago
tal como eres: dos ojos para ver lo visible y lo invisible,
una nariz arcángel y una boca animal, y una sonrisa
que me perdona, y algo sagrado y sin edad que vuela en tu frente,
mujer, y me estremece, porque tu rostro es rostro del Espíritu.

Vienes y vas, y adoras al mar que te arrebata con su espuma,
y te quedas inmóvil, oyendo que te llamo en el abismo
de la noche, y me besas lo mismo que una ola.
Enigma fuiste. Enigma serás. No volarás
conmigo. Aquí mujer, te dejo tu figura.





CONTRA LA MUERTE

Me arranco las visiones y me arranco los ojos cada día que pasa.
No quiero ver ¡no puedo! ver morir a los hombres cada día.
Prefiero ser de piedra, estar oscuro,
a soportar el asco de ablandarme por dentro y sonreír
a diestra y siniestra con tal de prosperar en mi negocio.

No tengo otro negocio que estar aquí diciendo la verdad
en mitad de la calle y hacia todos los vientos:
la verdad de estar vivo, únicamente vivo,
con los pies en la tierra y el esqueleto libre en este mundo.

¿Qué sacamos con eso de saltar hasta el sol con nuestras máquinas
a la velocidad del pensamiento, demonios: qué sacamos
con volar más allá del infinito
si seguimos muriendo sin esperanza alguna de vivir
fuera del tiempo oscuro?

Dios no me sirve. Nadie me sirve para nada.
Pero respiro, y como, y hasta duermo
pensando que me faltan unos diez o veinte años para irme
de bruces, como todos, a dormir en dos metros de cemento allá abajo.

No lloro, no me lloro. Todo ha de ser así como ha de ser,
pero no puedo ver cajones y cajones
pasar, pasar, pasar, pasar cada minuto
llenos de algo, rellenos de algo, no puedo ver
todavía caliente la sangre en los cajones.

Toco esta rosa, beso sus pétalos, adoro
la vida, no me canso de amar a las mujeres: me alimento
de abrir el mundo en ellas. Pero todo es inútil,
porque yo mismo soy una cabeza inútil
lista para cortar, pero no entender qué es eso
de esperar otro mundo de este mundo.

Me hablan del Dios o me hablan de la Historia. Me río
de ir a buscar tan lejos la explicación del hambre
que me devora, el hambre de vivir como el sol
en la gracia del aire, eternamente.



EL PRINCIPIO Y EL FIN

Cuando abro en los objetos la puerta de mí mismo:
¿quién me roba la sangre, lo mío, lo real?
¿Quién me arroja al vacío
cuando respiro? ¿Quién
es mi verdugo adentro de mí mismo?

Oh Tiempo. Rostro múltiple.
Rostro multiplicado por ti mismo.
Sal desde los orígenes de la música. Sal
desde mi llanto. Arráncate la máscara riente.
Espérame a besarte, convulsiva belleza.
Espérame en la puerta del mar. Espérame
en el objeto que amo eternamente.



ENIGMA DE LA DESEOSA

Muchacha imperfecta busca hombre imperfecto
de 32, exige lectura
de Ovidio, ofrece: a) dos pechos de paloma,
b) toda su piel liviana
para los besos, c) mirada
verde para desafiar el infortunio
de las tormentas;
no va a las casas
ni tiene teléfono, acepta
imantación por pensamiento. No es Venus;
tiene la voracidad de Venus.



LAS HERMOSAS

Eléctricas, desnudas en el mármol ardiente que pasa de la piel a los vestidos,
turgentes, desafiantes, rápida la marea,
pisan el mundo, pisan la estrella de la suerte con sus finos tacones
y germinan, germinan como plantas silvestres en la calle,
y echan su aroma duro verdemente.

Cálidas impalpables del verano que zumba carnicero. Ni rosas
ni arcángeles: muchachas del país, adivinas
del hombre, y algo más que el calor centelleante,
algo más, algo más que estas ramas flexibles
que saben lo que saben como sabe la tierra.

Tan livianas, tan hondas, tan certeras las suaves. Cacería
de ojos azules y otras llamaradas urgentes en el baile
de las calles veloces. Hembras, hembras
en el oleaje ronco donde echamos las redes de los cinco sentidos
para sacar apenas el beso de la espuma.



LOS DÍAS VAN TAN RÁPIDOS

Los días van tan rápidos en la corriente oscura que toda salvación,
se me reduce apenas a respirar profundo para que el aire dure en mis pulmones
una semana más, los días van tan rápidos
al invisible océano que ya no tengo sangre donde nadar seguro
y me voy convirtiendo en un pescado más, con mis espinas.

Vuelvo a mi origen, voy hacia mi origen, no me espera
nadie allá, voy corriendo a la materna hondura
donde termina el hueso, me voy a mi semilla,
porque está escrito que esto se cumpla en las estrellas
y en el pobre gusano que soy, con mis semanas
y los meses gozosos que espero todavía.

Uno está aquí y no sabe que ya no está, dan ganas de reírse
de haber entrado en este juego delirante,
pero el espejo cruel te lo descifra un día
y palideces y haces como que no lo crees,
como que no lo escuchas, m hermano, y es tu propio sollozo allá en el fondo.

Si eres mujer te pones la máscara más bella
para engañarte, si eres varón pones más duro
el esqueleto, pero por dentro es otra cosa,
y no hay nada, no hay nadie, sino tú mismo en esto:
así es que lo mejor es ver claro el peligro.

Estemos preparados. Quedémonos desnudos
con lo que somos, pero quememos, no pudramos
lo que somos. Ardamos. Respiremos
sin miedo. Despertemos a la gran realidad
de estar naciendo ahora, y en la última hora.



SIEMPRE EL ADIÓS

Tú llorarás a mares
tres negros días, ya pulverizada
por mi recuerdo, por mis ojos fijos
que te verán llorar detrás de las cortinas de tu alcoba,
sin inmutarse, como dos espinas,
porque la espina es la flor de la nada.
Y me estarás llorando sin saber por qué lloras,
sin saber quién se ha ido:
si eres tú, si soy yo, si el abismo es un beso.

Todo será de golpe
como tu llanto encima de mi cara vacía.
Correrás por las calles. Me mirarás sin verme
en la espalda de todos los varones que marchan al trabajo.
Entrarás en los cines para oírme en la sombra del murmullo. Abrirás
la mampara estridente: allí estarán las mesas esperando mi risa
tan ronca como el vaso de cerveza, servido y desolado.



EL FORNICIO

Te besara en la punta de las pestañas y en los pezones, te turbulentamente besara,
mi vergonzosa, en esos muslos
de individua blanca, tocara esos pies
para otro vuelo más aire que ese aire
felino de tu fragancia, te dijera española
mía, francesa mía, inglesa, ragazza,
nórdica boreal, espuma
de la diáspora del Génesis, ¿qué más
te dijera por dentro?
¿griega,
mi egipcia, romana
por el mármol?
¿fenicia,
cartaginesa, o loca, locamente andaluza
en el arco de morir
con todos los pétalos abiertos,
tensa
la cítara de Dios, en la danza
del fornicio?

Te oyera aullar,
te fuera mordiendo hasta las últimas
amapolas, mi posesa, te todavía
enloqueciera allí, en el frescor
ciego, te nadara
en la inmensidad
insaciable de la lascivia,
riera
frenético el frenesí con tus dientes, me
arrebatara el opio de tu piel hasta lo ebúrneo
de otra pureza, oyera cantar a las esferas
estallantes como Pitágoras, te
lamiera,
te olfateara como el león
a su leona,
parara el sol,
fálicamente mía,
¡te amara!





OFICIO MAYOR

Algunos árboles son transparentes y saben hablar
varios idiomas a la vez, otros algebraicos
dialogan con el aire al grave modo
de las estrellas, otros
parecen caballos y relinchan,

hay
entre todos esos locos tipos increíbles
por lo sin madre, les basta el acorde
de la niebla.

De noche pintan lo que ven, generatrizan y
divinizan otro espacio con otro sexo distinto
al del Génesis, cantan
y pintan a la vez más que el oficio
de la creación el viejo oficio
del callamiento

ante el asombro, amarran la red
andrógina en la urdimbre
de un solo cuerpo
arbóreo y animal resurrecto
con los diez mil sentidos
que perdimos en el parto;

entonces
somos otro sol.



CONTRA LA MUERTE

Me arranco las visiones y me arranco los ojos cada día que pasa.
No quiero ver ¡no puedo! ver morir a los hombres cada día.
Prefiero ser de piedra, estar oscuro,
a soportar el asco de ablandarme por dentro y sonreír
a diestra y siniestra con tal de prosperar en mi negocio.

No tengo otro negocio que estar aquí diciendo la verdad
en mitad de la calle y hacia todos los vientos:
la verdad de estar vivo, únicamente vivo,
con los pies en la tierra y el esqueleto libre en este mundo.

¿Qué sacamos con eso de saltar hasta el sol con nuestras máquinas
a la velocidad del pensamiento, demonios: qué sacamos
con volar más allá del infinito
si seguimos muriendo sin esperanza alguna de vivir
fuera del tiempo oscuro?

Dios no me sirve. Nadie me sirve para nada.
Pero respiro, y como, y hasta duermo
pensando que me faltan unos diez o veinte años para irme
de bruces, como todos, a dormir en dos metros de cemento allá abajo.

No lloro, no me lloro. Todo ha de ser así como ha de ser,
pero no puedo ver cajones y cajones
pasar, pasar, pasar, pasar cada minuto
llenos de algo, rellenos de algo, no puedo ver
todavía caliente la sangre en los cajones.

Toco esta rosa, beso sus pétalos, adoro
la vida, no me canso de amar a las mujeres: me alimento
de abrir el mundo en ellas. Pero todo es inútil,
porque yo mismo soy una cabeza inútil
lista para cortar, pero no entender qué es eso
de esperar otro mundo de este mundo.

Me hablan del Dios o me hablan de la Historia. Me río
de ir a buscar tan lejos la explicación del hambre
que me devora, el hambre de vivir como el sol
en la gracia del aire, eternamente.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe aqui tu comentario.