jueves, 8 de septiembre de 2011

Victoria Ocampo

Buenos Aires, 1891 - San Isidro, 1979) Escritora argentina, hermana menor de la también escritora Silvina Ocampo.
Mujer cosmopolita y viajera, contribuyó de modo importante al desarrollo cultural de su país. Por mediación de Ortega y Gasset, la escritora publicó en España su primer ensayo importante, De Francesca a Beatriz (1924).
A comienzos de 1931, contando con el apoyo de sus amistades intelectuales (Waldo Frank, el citado José Ortega y Gasset y Eduardo Mallea, entre otros artistas y escritores) fundó en Buenos Aires la revista Sur, que a lo largo de cuarenta y cinco años sería la más importante publicación periódica americana, por la amplitud de sus intereses, su cosmopolitismo y la prestigiosa personalidad de sus colaboradores.
Su producción más original es la serie titulada Testimonios, publicada entre 1939 y 1977, obra en diez volúmenes que recoge sus reflexiones sobre la realidad política, social y cultural de su Argentina, y sus entrevistas con escritores, artistas e intelectuales, especialmente ingleses y franceses, mantenidas a lo largo de sus numerosos viajes.
Además es autora de diversos estudios sobre personalidades importantes de aquel momento, entre los que destacan Emily Brontë (1948) y Virginia Woolf. Al tiempo, trabajó en la traducción de obras de A. Camus, W. Faulkner y Colette, entre otros. Escribió también su autobiografía en seis volúmenes, publicados tras su muerte. Fue miembro de la Academia Argentina de la Lengua.

"MI ÚNICA AMBICIÓN ES LLEGAR A ESCRIBIR UN DÍA MÁS O MENOS BIEN, MÁS O MENOS MAL, PERO COMO UNA MUJER"

A monsieur Edmond Rostand

El segundo soneto está dedicado "a monsieur Edmond Rostand", dramaturgo y poeta francés (1868-1918), autor de numerosos dramas y comedias, entre ellas Les Romanesques, de 1894, y Cyrano de Bergerac, de 1897. Hacia 1910, Rostand sería considerado el mayor dramaturgo francés.

Soneto

Me gusta, triste, soñar por la tarde, cuando tañe la hora,
Sea con el céfiro perfumado de la primavera
o de un invierno helado la brisa monótona
que de las campanas me trae un sonido claro y vibrante.
Me gusta imaginarme en una playa bretona
Con su arena de oro y el océano inmenso
Y la queja sin fin de las olas que resuena,
Esas olas de tono glauco y espaldas de espuma.
Amo esos días de verano donde el sol cálido brilla,
el pájaro vuela borracho de luz y gorjea,
las flores perfumadas lo embalsaman todo y el prado es tan verde!
Pero lo que llega más a mi alma sensitiva,
lo que la hace llorar y la cautiva
es escuchar, oh Rostand, cantar su alma en verso    

                                   Fuente:  Susana Reinoso


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